jueves, 26 de febrero de 2009

CONSIDERACIONES DEL LIBRO DE CUENTOS EN ESTA ESQUINA: UN AVANCE NARRATIVO DEL TALLER LITERARIO EL MOHAN DE IBAGUE.

“Asaltamos una archivo de nombres y tomamos como botín la palabra “Mohán”, la despojamos del moho que el conquistador a espada y cruz impuso sobre su entorno –violador de mujeres, atracador nocturno de pescadores indefensos y enredador de atarrayas– y con ella intentamos rescatar su condición de guerrero, poeta y juglar telúrico”

TALLER LITERARIO EL MOHAN (Nota preliminar)

Los talleres literarios son espacios en donde se desea aprender diversas técnicas para la escritura creativa. Para tal fin, se sigue un proceso bastante arduo que va desde una lectura crítica de textos en elaboración, hasta la reflexión pertinente sobre lo creado. Estos ejercicios generan –con el tiempo y la disciplina– grupos de escritores que se ciñen bien sea a las dinámicas propias del contexto en el cual se desenvuelven, o al reto mismo de inmiscuirse en espacios individuales e íntimos.

En las grandes ciudades se pueden ver experiencias organizativas de quienes pretender ser escritores, dado el alto índice de expresiones culturales e intelectuales que allí pudieran ofrecer. En Ibagué –a pesar de no ser considerada una urbe atractiva a estos espacios y de carecer en la actualidad de talleres literarios– se inscribieron movimientos académicos en la década de los 80’s, que permitieron la consolidación de grupos, como es el caso de “El Mohán”.

Al tiempo que fomentaba ese espíritu artístico y creativo, “El mohán” hizo pública algunas producciones que se encuentran consignadas en el libro de cuentos En esta esquina (1984) en donde se identifican algunas temáticas recurrentes en nuestro legado literario - como es el caso de la Violencia -, además de otras de carácter universal, enraizadas con el ser y sus problemas existenciales. En aras de ampliar el panorama, se presentarán a continuación algunas consideraciones halladas en la producción de cada integrante del taller de creación literaria. La selección de textos busca ilustrar –en cierta medida– la visión de mundo de los escritores, adjunto a sus necesidades e intenciones propias.

LA VIOLENCIA Y LA REELABORACIÓN DE UN DISCURSO DENUNCIANTE EN JAIRO POLANCO, CAMILO PEREZ SALAMANCA Y LIBARDO VARGAS.

"No portar armas" es el cuento presentado por Jairo Orlando Polanco. La historia cuenta los desgarradores hechos que viven los habitantes de un pueblo tras la llegada de la fuerza militar. Quien toma el rol de personaje – narrador es un niño, y es él, testigo de las brutalidades ejercidas por los visitantes. Suplicios, muerte y destrucción son evidenciados en este breve relato:

“Con golpes y empujones nos dirigían como arriando animales, al llegar a una esquina vimos como el profesor de quinto, sangrante, era arrastrado y pateado. Un poco más debajo de la calle un bebé lloraba a los pies de su mamá que estaba inmóvil en el suelo” (pág. 106)

En una dirección semejante, "Bola de carne" de Camilo Pérez Salamanca, denota el carácter testimonial de las narraciones en torno al terrorismo de Estado. Encontramos en este cuento a un profesor víctima de las atrocidades militares, quien durante el relato es sometido a interrogatorios, torturas físicas y sicológicas y otra serie de vejámenes. Al final, el golpeado termina siendo utilizado como “balón de fútbol” por sus captores.

“No volvió a abrir los ojos porque era una bola de carne putrefacta….Entonces los encapuchados pararon el partido y cambiaron la bola de carne por otra menos putrefacta” (pág. 98)

En el cierre de esta trilogía encontramos "Las voces del arraigo" de Libardo Vargas Celemín. Esta historia alcanza una reelaboración objetiva del fenómeno de la violencia. Presenta el drama de unos campesinos quienes resisten ser expulsados de sus tierras, todo porque el ideal de progreso y civilización así lo exige. La particularidad de este cuento reside en el tratamiento que da el personaje a la situación de futuros desplazados:

“– Usted puede apelar, está en su derecho

– No necesito nada, otros apelarán por mi y no precisamente con papeles –les dijo mientras sentía en el jardín el susurro de las voces orgullosas por esa frase contundente” (pág. 137)

En este diálogo, la valentía del labrador es determinante por cuanto trata de justificar –de manera indirecta– el alzamiento armado del sector campesino a raíz de los atropellos del gobierno de turno; la toma de armas en pro de defender sus vidas y pertenencias materiales tiene cabida en relato de Vargas Celemín.

OTROS TEMAS EN CARLOS CASTILLO, OSCAR ORDONEZ Y JERONIMO GERLEN.

Con "Abismo de agua" de Carlos Castillo, se recrean las frustraciones comunes del ser solitario y bohemio. El autor trata de mostrar el alcance nocivo que tiene el dinero en las relaciones sociales y en la valoración que adquiere el ser humano con este. En la historia, la mujer es una “mercancía” que no está al alcance de un pobre, ya que ella para subsistir debe sus servicios a los hombres adinerados, preferiblemente forasteros:

“– Mire mano, voy a allá por cuestiones de trabajo…yo soy puta, puta de barcos extranjeros” (pág. 22)

La figura de un derrotado por su destino, hace que el personaje retraiga sus intenciones sexuales. Un dejo de amargura por tan contundente declaración lo sume en pensamientos desagradables.

Otra narración que se impone por su carácter nostálgico es "A través del cristal" de Oscar Ordoñez. En ella, el personaje concibe el recuerdo de una mujer mientras observa con detenimiento una fotografía. La melancolía aflora tras las líneas del este cuento relativamente breve.

“En mi diaria costumbre el mirarte de reojo con cierta sensación de desahogo y entonces los recuerdos me llevan a través del cristal agrietado en una de sus esquinas” (pág. 67)

Es rescatable el intento del autor por materializar una historia con tan solo un personaje frente a una imagen y rememorar su existencia; más, la tonalidad del mismo cuento se revalúa ya que el personaje – narrador se extralimita en demostrar la tristeza que lo embarga.

Finalmente, encontramos el cuento "Siglo XXV" de Jerónimo Gerlen (es el seudónimo de Julio César Espinosa Espinosa). Este es un intento de relato de ciencia ficción –de corte Huxleyano– en el cual presenta a un Comando Especial dedicado al exterminio de “amutantes” en un planeta desconocido. El conflicto interno del Capitán encargado de tal misión, se presenta cuando él asesina a un infante, que por extrañas coincidencias se parece a su hijo. Luego de algunos tratamientos médicos avanzados, el neuro-siquiatra descubre que una especie de remordimiento atrapa a su paciente y decide en este caso curarlo:

“A continuación el tetra especialista le recetó unas píldoras doradas y cuando el capitán ingirió la primera se le pusieron los ojos brillantes y sonrientes, como si sintiera otra vez una gran tranquilidad de ánimo” (pág. 34)

CONSIDERACIONES FINALES

Es pertinente señalar que los cuentos de En esta esquina a pesar de proponer temáticas diversas para el lector, carecen de algunos elementos que podrían hacerlos literariamente mejores: profundidad, consolidación de imágenes, desenvolvimiento narrativo, creación coherente y verosímil de diálogos y personajes entre otros. Sin embargo, este intento primigenio que marcó la senda de “El Mohán” es significativo en cuanto hace parte del legado histórico del arte tolimense, al tiempo que generó la posibilidad de consolidar –con el tiempo– futuros espacios para la producción artística en nuestra región.

Juan Carrillo A.

juanelcaibg@gmail.com

REFERENCIA BILIOGRAFICA:

GRUPO LITERARIO “EL MOHAN”. En esta esquina. Ibagué:Editorial El Nevado, 1984.

lunes, 23 de febrero de 2009

DONDE NO TE CONOZCAN DE ENRIQUE SERRANO

Desde las primeras páginas de Donde no te conozcan, me costó trabajo entender la mecánica del texto, en tanto no parecía formularse un conflicto fundamental y el narrador no seguía un itinerario argumental que ubicara al lector. Llegué a pensar en ejercer uno de los derechos del lector – de acuerdo con Pennac -, esto es, dejar la lectura a un lado y dedicar mi tiempo en otros textos. La insistencia de un contertulio que ya había terminado la obra me dio el empuje necesario para continuarla.

Donde no te conozcan tiene el sello inicial de muchas novelas históricas: el de la extensión desbordada. Las novelas de este subgénero literario plantean un reto a los lectores que, salvo porque se encuentren absorbidos por la literatura no se embarcarían en empresas que requieren de tiempo, mesura y reflexión, todo lo contrario a una posible estética de la fugacidad – como la llama Paul Virilio - en la que al parecer se mueven nuestros tiempos.


Organizar los eventos históricos para reelaborarlos desde una perspectiva literaria, requiere no sólo la búsqueda exhaustiva en diferentes fuentes y el distanciamiento de los discursos de la historiografía convencional, sino también, el empleo de muchas páginas que no dejen por fuera ningún detalle al recrear un momento específico del pasado.

Una revisión del caso de Colombia da evidencias de ello: Ursúa y El país de la Canela, de William Ospina, No todos llegaron aquel viernes de Darío Ortiz Vidales, Los pecados de Inés de Hinojosa de Próspero Morales (basada en un capítulo de El Carnero) o la clásica Tejedora de Coronas de Germán Espinosa, son ejemplos de novelas históricas (o nuevas novelas históricas, de acuerdo como se quiera leer) de gran paginaje. Junto con Donde no te conozcan, todas tratan de moldear a su manera diferentes momentos de la historia universal.

Encuentro trivial descartarlas por su extensión tanto como darles un visto bueno a priori precisamente por ser voluminosas (Hay personas que no leen un texto inferior a 100 páginas porque lo asocian con la cultura light. Una suerte de alienación capitalista no les permite ver que consumir más páginas no es siempre sinónimo de leer obras de mejor calidad) Como en toda obra literaria, lo que se debe observar es la fuerza con la que, desde el lenguaje y la elaboración de los personajes y las acciones, se revitaliza un momento particular y se profundiza en el alma de los seres humanos.

En este sentido, la novela de Serrano se construye con base en dos pilares fundamentales: el manejo del lenguaje y el tema de la diáspora judía desde los siglos XIV y XV hasta su llegada a América. En el primero de los casos, impresiona el basto conocimiento que tiene Serrano sobre el español: sin caer en la escritura pedante pero insulsa, de quien desea impresionar a lectores de diferentes cataduras, Serrano acude a la exploración de un amplio léxico de nuestra lengua, en una prosa que aunque no se empeña en el uso de metáforas, performa un agradable universo en el que se disfruta de la palabra.

La elaboración sintáctica de la frase sumada a esta proliferación de vocablos, en ocasiones extraños pero tratados con naturalidad, terminan por acercar al lector a la obra, de la que de alguna manera se ha alejado debido a la fragmentación y la falta de uno o varios personajes que realicen la labor de faro.

Este uso del lenguaje está en concordancia con el objetivo que parece tener el novelista desde un comienzo: la novela – de acuerdo con una nota introductoria que hace parte de la ficción – es en realidad el resultado de la impresión de unos manuscritos hallados por el narrador en la casa de uno de sus familiares. Este recurso al texto perdido que ve la luz gracias a un copista contemporáneo, le permite al escritor recrear una historia de los siglos XIV y XV aproximadamente, en un estilo similar al utilizado en esa época. De ahí no solo ese lenguaje, lexical y sintácticamente rico, sino la estructura fragmentaria, en la que aparecen y desaparecen personajes, sin dejar una verdadera huella en el lector.

Los múltiples eventos de la época se dejan venir por partes divididas en números romanos, y en las cuales se condensan pequeños momentos de familias de judíos. Es precisamente la historia de esta comunidad la que le da sentido de unidad a la novela de Enrique Serrano: las persecuciones constantes llevan a los judíos a tratar de huir donde no los conozcan, en un intento infructuoso porque aun en América son perseguidos por la inquisición.

Sin llegar a victimizar al judío, y acaso mostrando su faceta más carismática, la novela realiza conjeturas sobre las razones por las cuales es necesario pensar en el peso que esta comunidad ha tenido en las formas de vida americanas: sus conocimientos sobre medicina y la labor incansable de traductores de obras fundamentales para el pensamiento occidental, su afán por estar al tanto de los adelantos tecnológicos y de mantener una vida espiritual prístina se mezclan en Donde no te conozcan con el estigma de ser condenados por diferentes motivos – haber asesinado a Jesús, ser casi inmunes a las epidemias, gozar de una buena posición económica – para dar una imagen más amplia del judío.

Con todo, considero que esta manera de mostrar con mayor profundidad la historia de una comunidad – como se muestran los homosexuales en Al diablo la maldita primavera – no es el atractivo fundamental de la obra. Es el lenguaje que, a través de su multiplicidad, plantea la posibilidad de disfrutarlo.

Eso es lo que me ha llevado finalmente a terminar de leer la obra sin tener en cuenta ese primer momento de duda que me llevaba a descartarla. Así, una faceta desconocida de una de las comunidades marginales que conforman el crisol americano, se revelan en esta obra llena de una prosa prolífica.

Leonardo Monroy Zuluaga


Ficha del Libro: Serrano, Enrique. Donde no te conozcan. Bogotá: Editorial Planeta, 2007.

jueves, 19 de febrero de 2009

TRATAMIENTO DEL CUENTO “SIMON EL MAGO” DE TOMÁS CARRASQUILLA, EN UN TEXTO ESCOLAR PARA GRADO SEPTIMO

Cuando se es estudiante de cualquier disciplina afín al lenguaje, es inevitable no enfrentarse a un texto literario a la hora de realizar cualquier actividad académica propuesta en el plan de estudios. Mientras se tiene la orientación del docente, la continuidad de las sesiones de clase, las lecturas y discusiones que se desarrollan en la misma, un ejercicio de acercamiento interpretativo a un texto de esta índole, se convierte en una especie de hoja de ruta segura e inmune a los peligros que puede representar un pluralismo teórico-práctico para desentrañar la nebulosa de sentidos que levitan en la obra literaria.

El problema surge cuando dicho estudiante se ve exigido a realizar un análisis escrito producto de la lectura de un cuento, por ejemplo, en cuanto puede haber interiorizado un maremágnum de conceptos y metodologías para efectuar dicho trabajo, pero puede presentar lapsus que le hagan incurrir en divagaciones para entenderlo o, lo que es más complejo, el estudiante entra, de manera consciente o no, en un conflicto cognitivo, al poseer pequeños y diversos fragmentos de teorías de análisis literario en su acervo conceptual, que harán de su ejercicio lecto-escritural algo ecléctico pero confuso. ¿Pero por qué esta reflexión de entrada?

Cierta tarde abrí al azar un texto de español del grado séptimo, con la fortuna de que me encontré en la página inicial de un cuento del escritor Antioqueño Tomás Carrasquilla. Antes del titulo, en la parte superior de la página, estaba consignado lo siguiente: UNIDAD 8, VIVAMOS NUESTRA DIVERSIDAD CULTURAL, seguido de unos objetivos generales y específicos que - producto de la tecnología educativa - en nada difieren de lo que hoy bajo otra fachada orquestada por la políticas Estatales, se conoce como logros, indicadores de logros, etc. Luego, al remitirme a las últimas páginas del texto, me encontré con el famoso índice parcelador para el grado en mención, compuesto por los contenidos e indicadores de evaluación.

La cartilla está diseñada desde el no del todo cuestionable enfoque semántico-comunicativo, fue editada hacia 1995 y de la cual agrego lo siguiente: el cuento es el pretexto que permitirá al educando alcanzar los objetivos (verificables, rígidos, inmutables y expresados gramaticalmente en infinitivo) como los concebía la tecnología educativa y como se conciben hoy también. De entrada hay algo rescatable, pues se analiza la producción escrita a nivel macro y no por medio de oraciones aisladas.

En segunda instancia, se enfatiza desde los objetivos trazados y la secuencia didáctica destinada para tal en la lengua, sus diversos niveles y el carácter normativo y purista de la misma. Los instantes de la secuencia giran en torno a clasificar el tipo de cuento, describir el empleo de vocablos, fenómenos lingüísticos presentes en él, interpretación literal de pasajes, corrección de palabras emitidas por los personajes QUE DEBEN SER CORREGIDAS SEGÚN LA NORMA Y EL LIBRO.

Hasta aquí llega la descripción de mi hallazgo, pues no es posible que los deje sin el abrebocas para incitarlos a la lectura del cuento. Simón el mago de Carrasquilla, es presentado por medio de una analepsis externa que muestra los recuerdos y vivencias de un niño llamado Simón y su núcleo familiar. Éste es un chico travieso de nueve años quien es el cubita de la familia, “enclenque y enfermizo” como lo dice un pasaje del relato. Frutos, personaje que cumple la función de nana del infante, es una sexagenaria, gorda y negra, que hace lo posible para que a Simón no lo castiguen sus huraños padres.

En el planteamiento del cuento, el narrador-personaje añora las peripecias acaecidas en su hogar, para luego recaer la focalización en la caracterización de Frutos. Poco a poco se percibe la habilidad de Carrasquilla para presentar y caracterizar los personajes en una línea e ir sumándolos a la diegesis, haciéndolos pasar casi que desapercibidos y sin quiebres notables.

El conflicto del relato se origina tras la ensimismada afición de Simón por los brujos y duendes, que su nana le ha presentado a través de las historias que salen de su boca. Pasión enfermiza que envuelve al niño, quien reta la severidad y hermetismo de su hogar para proponerse una meta que transita entre la superstición, las pócimas mágicas, y la muerte. Así, aparecen y desaparecen personajes que ayudan u obstaculizan el proyecto del protagonista, alimentando su picardía, credulidad e intangible imaginación, hasta llegar al desenlace de la narración.

Tras lo anterior, y revisando nuevamente la cartilla, me surgen las siguientes inquietudes: ¿es prudente etiquetar a un escritor- en el caso de Tomás Carrasquilla- como costumbrista, ciñéndose únicamente a rasgos textuales como: lo regional, la tradición, costumbres, lenguaje, temáticas, entre otras? Puesto que algunas muestras de la producción del escritor, plantean y se adentran bastante en los conflictos e inquietudes perennes del ser humano, como lo son el poder vencer a la muerte, ser eterno, poder volar, poseer poderes sobrenaturales; ¿acaso éstos temas no han sido tratados por siempre y han hecho que obras literarias trasciendan y adquieran universalidad?

¿Es necesario seguir utilizando los cuentos, poemas y novelas de calidad - mientras existen textos considerados didácticos - para, desde cualquier disciplina del lenguaje, explicar el funcionamiento del mismo, sobre todo la lengua y la concepción de sistema rígido, finito e irrefutable?

¿No es preferible y mas significativo para los lectores audiovisuales de hoy en día- hago la salvedad que la cartilla es del año 1995- emplear para abordar temas relacionados con los niveles de la lengua y las manifestaciones dialectales, jergas y demás, textos vueltos discurso a través de la radio, la televisión, la entrevista, la internet o la conversación misma? De no ser así, ¿es esa la función de la literatura? Sin llegar a extremos, generalizaciones y no rotundos, particularmente creo que no. El texto artístico se puede aprovechar de otras formas.
Alejandro Cardozo

A.V. ESPAÑOL DINAMICO, Educación básica secundaria 7. Bogota: Rei andes Ltda., 3ª edición, 1995.

lunes, 16 de febrero de 2009

UNA INTERPRETACION DEMENTE PARA JUEGO DE MENTES DE CARLOS PEROZZO.

Hace poco más de cuatro meses inicié la lectura de una obra de Carlos Perozzo. Después de varios intentos para referenciarla y tratar de desentrañar su contenido y su argumento, por fin logré hallar la manera de abordarla. Era demasiado sencillo; aunque debo asumir que la academia enseña una forma esquemática para abordar la literatura, de manera casi científica, necesaria para el sustento de la interpretación hermenéutica, socio critica, psicológica, etc, dependiendo del modelo de análisis seleccionado, reconozco que en esta ocasión fue preciso dejar de lado cualquier intento de esquema, porque la novela misma no permitía otra opción que la de seguir su lógica – si es que la tiene- la lógica del no sentido, de la locura, la esquizofrenia: la demencia.

Entendí que “se trata de ubicar el evento soteriológico en el cronotopo preciso, sin mitologemas” como asegura “El Enano” “falsamente serio” en uno de los apartes de la primera parte; con lo que ese mismo personaje, llamado realmente (en la pseudorealidad de la ficcionalizacion de hechos posiblemente ciertos que podríamos acotar como verosímiles o cuasi reales) Victor Espitia , me revelaba como pauta para atreverse a continuar con la lectura del psicorelato masoquista y burletero, que en medio de sus líneas enloquece con verdades bien contadas y posibilidades entrecruzadas de ficción y realidad.

En forma breve, diré que el argumento gira en torno a la vinculación de un joven a un movimiento universitario de izquierda y a su historia de amor con una joven miembro del mismo, sólo que en medio de lo que parece ser una anécdota común aparecen figuras problemáticas con tendencias metafísicas y un poco descabelladas, como la aparición de un hombre que imagina todo lo que sucede y a todos sus actantes y que es producto de la imaginación de uno de los que él mismo imagina. Waldemar Vivar es el personaje central de la narración, y es quien imagina al hombre de la gabardina blanca que lo imagina a él –en este punto ya estoy metido en un embrollo mental que no se como voy a solucionar para el lector de esta reseña.

La novela se sustenta en la entrada de un primíparo a la universidad, que desde el inicio se enamora de Lavinia González y Heredia, conocida en el ámbito académico como “la ricahembra, pisagüevos, mederrites, sorlujuria, chimbaloca, goteleche, coñomagno, polvoarrecho y la flecha, pues su envidiable cuerpo de diva no puede menos que despertar en todos los machos a su alrededor un profundo deseo de fornicar con ella. Por medio de “la ricahembra” Waldemar entra a ser parte de “el MAR” un grupo estudiantil que se dedica a hacer política revolucionaria dentro y fuera del alma mater, conformado por un número pequeño de miembros que terminan siendo el resto de personajes de la novela: Victor Espitia, Clodomiro Carrasco, Francisco Barrientes y “El Tímido” . Ahhh, y el Hombre de la gabardina Blanca (personaje sumamente importante porque la novela inicia con este individuo parado en la puerta observando cómo se desgrana un terrible aguacero en la fría ciudad de Bogotá.

Es en verdad difícil solucionar el problema del verdadero argumento de la novela, porque en medio de su linealidad empiezan a aparecer fragmentos de pasado que cambian totalmente lo que hasta el momento de su aparición se daba por sentado, con lo que es necesario empezar de nuevo a armar el conglomerado de acciones (proceso que sigue hasta el final de la novela, en la que uno se da cuenta que todos los posibles argumentos son válidos y mentirosos a la vez), pues “todo eso no podía ser cierto, pensaba Waldemar, era una historia apócrifa, inventada por un chiflado que jugaba a hacer crucigramas con su pasado, y a rellenar con cualquier palabra los espacios en blanco…” (pág. 209)

En Juego de mentes Carlos Perozzo revela los complicados juegos discursivos de los movimientos estudiantiles revolucionarios, sus luchas, y las inconsistencias ideológicas que los sustentan; y lo hace a través del MAR, porque su conformación está dada por un grupo de individuos con particularidades y personalidades tan diferentes que es imposible que dentro de la novela se puedan poner de acuerdo en una sola de sus ideas, ideas que se enfrascan tarde o temprano en la discusión de si las malditas manos de un pianista actúan o no por cuenta propia, o si por el contrario, son la condensación de la técnica artística musical llevada al plano de la perfección por el músico e interprete de piano Alden Mcastro.

En este ámbito transcurre la novela, en un ir y venir de ideas del MAR sobre la independencia de los individuos y sus capacidades artísticas, mentales, políticas etc; sustentadas en contrarios como la predestinación y la influencia de fuerzas ajenas a lo humano que confabulan para meternos en el mismo embrollo en el que Carlos Perozzo nos mete con esta novela, un embrollo que en medio de líneas nos señala que en las revoluciones estudiantiles “ Se cae en la horrible trampa en que caen los hombres, cuando con sus actos buscan reafirmar su débil entidad y sólo consiguen el precario resultado de su enfrentamiento contra otros, algo que los hunde definitivamente, aunque están lejos de aceptarlo.” (Pág. 184) a la vez que define con certeras palabras el verdadero sentido de las luchas revolucionarias que siempre se han ganado un espacio en su vida, y de las cuales, la literatura es una de las más acertadas formas de hacer protesta, no contra un sistema, sino contra las formas de represión de pensamiento que en ocasiones vienen de uno mismo: “Una revolución se hace, no sólo para cambiar las condiciones en que viven los hombres, sino para cambiar al hombre mismo. Si no, no vale la pena la lucha y es mejor quedarse uno en su sitio, bebiendo aguardiente, hablando de la imposible solución de los problemas de la humanidad y haciendo uno mismo su revolucioncita particular, como yo la hago, gozando del sexo sin represiones de ningún tipo y alcanzando esa cima de hombre-mujer y mujer-hombre que propone el maestro Shakespeare en su As you like”. (Pág. 154)

En esta novela, existen grandes ejercicios de escritura que también hacen parte de la propuesta general, la demencia, pues tanto en la forma discursiva y el tono que asume el narrador se presenta la ironía y la burla, pero también la reflexión y la duda de si todo en lo que se basa la realidad del hombre contemporáneo es realmente cierto, o si por el contrario, las razones metafísicas de la posibilidad de ser espectros virtuales de otras esencias o de otros seres se hacen evidentes ante nuestra mirada atónita y perpleja, imposibilitada para el acto y preparada para la sumisión absoluta.


Ya en el nivel propio de la escritura, en algunos apartados de la novela se presenta la información bajo la figura de la escritura permutante, de la que hizo gala Julio Cortazar, escritura que permite la interpretación tanto de izquierda a derecha, como de arriba hacia abajo sin alterar el sentido y la significación, con lo que la propuesta de la Demencia se amplia el campo del diálogo entre la mente del escritor mismo y la mente del lector, como en un juego de mentes que se ve representado a la vez en el juego de mentes que entablan el hombre de la gabardina Blanca y Waldemar Vivar.

En este sentido, la novela se abre al plano de la realidad y de la ficción al mismo tiempo, porque dentro de la novela, Waldemar imagina que el hombre de la gabardina blanca es un espectro que viene a revelar la verdad del asesinato de Lavinia González, a vengar su muerte, pero que también lo imagina a él y que él imagina que lo imagina, como en un juego en el que ambos son ficticios y complementan la verdad de las cosas en el encuentro de sus dos ficciones en la mente de un tercero, que sí es real – esta afirmación es un tanto demente porque el tercero sería el narrador, que en ciertos apartados parece ser Waldemar, y en otros el hombre de la gabardina blanca- con lo que sigue el maldito embrollo en el que estoy metido como un cuarto personaje que tiene que jugar el juego de la mente del Carlos Perozzo que se entromete en la narración y aporta a la construcción de sentido en la que todos los personajes -incluido el lector, es decir, Yo- participamos activamente inventando los actos de los otros personajes, imaginando sus muertes, resucitándolos cuando sea necesario, metiéndonos en sus pensamientos para manipularlos, y entendiendo que finalmente todos somos producto de la imaginación de un hombre de gabardina blanca que tiene una pistola parabellum y que está parado en una puerta observando cómo un terrible aguacero se desgrana por las calles de la siempre complicada ciudad de Bogotá en espera de que escampe para poder ir a matar al asesino de la “ricahembra” que nadie sabe quien mató, pero que todos aman y desean.

¡Estoy metido en un laberinto!, si hay alguien ahí afuera que después de leer este embrollo puede hallar la clave para salir libre de esta “jerigonza citadina, agresiva, malhumorada, por donde transitan su frustración los humillados y vencidos, los que llegaron engañados por las luces nefastas de un progreso de mentiras, atraídos a la ciudad de corazón de pavimento, abandonando pueblos y veredas donde por lo menos los excrementos de la sociedad de consumo no se extendían a sus ojos como un infinito basurero”, por favor ayúdeme, porque ya no puedo siquiera imaginar otro tiempo metido de cabeza en esta “ Horrible magma, donde todas las carencias y las infelicidades se juntan,(…) viacrucis por donde tanto burundú-burundá, tanto papagayo envanecido, donde se han abrazado las bestias de dos espaldas chapaleando una fraternidad sanguinolenta” mes esperan para seguir descifrando las paredes por donde tarde o temprano –tal vez nunca- saldré para que mi mente juegue con libertad por otras letras, otros laberintos, por otras calle “pávida espectadora de asesinatos y violaciones, calle engalanada hasta la humillación por un pandemónium de rechinantes colores y por la gris pancromía de las fachadas, feroz mazacote arquitectónico” como esta novela, que me atrapa y no me suelta, que envenena los sentidos y los inyecta con un néctar pútrido de buenas letras, corrosivas y vulgares –dirán otros.

¡Por favor, que alguien me saque de este embrollo y asuma con su carne el despotismo mental que ésta novela trae! Tal vez después asuma el riesgo y lo rescate.

Omar Gonzáles.

Ficha del Libro. Perozzo, Carlos. Juego de mentes. Bogotá : Plaza & Janés, Editores Colombia, [1980].

viernes, 13 de febrero de 2009

LAS CEREMONIAS DEL ROCK

Si se revisa con detenimiento, varios de los ganadores del prestigio Concurso Nacional de Cuento Ciudad de Bogotá, han sido merecedores del galardón no solo porque existe una reelaboración de la condición humana y un uso especial del lenguaje, sino porque dichas obras conservan una unidad temática e incluso estilística. Tal criterio puede ser impugnado por quienes piensan que la diversidad es también parte de una propuesta estética, pero funciona en el sentido en que la unidad sugiere un trabajo premeditado por parte del escritor, que no vio nacer sus cuentos por el azar del momento sino que sus creaciones han sido pergeñadas a la luz de una idea central o una forma de escritura característica.

En Las ceremonias del deseo de Sandro Romero Rey, esa unidad se afinca en las relaciones de diferentes personajes alrededor del universo del rock: cantantes, discos, conciertos, fans. Las tramas pueden girar en torno a hechos históricos – como la visita de Daltrey, Waters, Merchán y Manzanera a Cali -, o episodios que parecen ser autobiográficos y en el que se relatan las relaciones del narrador con diferentes cantantes, o tramas nacidas de la imaginación que tienen en el trasfondo el tronar de la música rock.

Son historias de melómanos – especialmente colombianos - cuyo deseo principal radica en ver al artista en escena, conseguir un saludo, una fotografía, disfrutar de una canción en vivo. Entre los clásicos europeos y norteamericanos y algunas leyendas del rock en español – Charly García, Fito Paez – Las ceremonias del deseo realiza un recorrido no solo por algunos de los artistas mas preciados del género, sino de sus fervientes seguidores. El conocimiento que expone Sandro Romero sobre el rock, involucra al lector en el mundo de las canciones y artistas, sin llegar a saturar los relatos con datos muy especializados y tratando de mantener en el tono, el natural desparpajo de quienes has disfrutado de las obras de Frank Zappa, los Rolling Stones, Iggy Pop, Led Zeppelin, entre otros.

Es por esto que los cuentos pueden llegar a ser comprendidos aun por quienes no han estado cercanos a los laberintos rockeros, aunque es evidente que para una población juvenil – o aquella que se ha mantenido siempre joven – pueden causar gran impacto. Para estos últimos, es más factible encontrarse con las notas de una canción conocida, un concierto o las líricas de un tema, que lo lleven a rememorar momentos y acaso a construir cuentos paralelos a los de las Ceremonias. Es una especie de banda sonora que colabora con la conformación del universo del lector y lo hace compenetrar más con las narraciones.

Pese a ello el libro es irregular: en algunos cuentos la tensión es mantenida con sutileza y el drama al que se enfrentan algunos caracteres invita a la lectura; otros – como “La piel de Zappa”, por ejemplo – son realmente disonantes. Acaso esta irregularidad sea atizada por el peligro que corre todo libro de cuentos que sea perfilado alrededor de un tema único: el del desgaste natural por reiteración. Aunque en Las ceremonias del deseo se juega con varios narradores – el melómano con problemas afectivos, el cronista, el amigo de una víctima de amor –, termina siendo un tanto monótona la cercanía de ciertas tramas y en especial el reiterado registro lingüístico de quienes cuentan la historia – en una voz descomplicada, como de rockeros curtidos. El lenguaje y las ténicas narrativas utilizadas no diferencian algunos cuentos y al lector le queda como salvavidas auscultar en los conflictos de los personajes – que en ocasiones parecen también reiterarse – para alcanzar el disfrute.

Yo me quedaría con algunas piezas de este libro – que incluirían, por ejemplo, el cuento que le da título al texto completo -, en donde transmite no solo la atmósfera del género musical del cual trata sino también todo un conflicto humano desde una prosa sustancial. Son esas piezas las que, como afirma Bachelard en un tono muy musical, mantienen la resonancia; para las otras utilizaré la función “siguiente (>>)”

Leonardo Monroy Zuluaga

Ficha del Libro: Romero Rey, Sandro. Las Ceremonias del Deseo. Colombia: Instituto Distrital de Cultura y Turismo, 2004.

martes, 10 de febrero de 2009

VIOLENCIA FICCIONALIZADA EN “MAS ALLÁ DEL INFIERNO” DE LIBARDO VARGAS

La agresiva expansión de latifundio, el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, la confrontación bipartidista, las operaciones militares contra las denominadas “repúblicas independientes” y la posterior creación de grupos insurgentes, han sido temas y motivos de algunas obras de la literatura colombiana, las cuales han encontrado su mayor manifestación en la narrativa, como el cuento “Más allá del infierno”, del profesor y escritor tolimense Libardo Vargas.

En “Más allá del infierno”, el escritor, privilegiando un narrador en tercera persona, relata la historia de un joven reclutado forzosamente por la insurgencia, quien después de recibir el entrenamiento necesario, inmiscuirse en las labores de la guerra y asumir la vida guerrillera, propicia, a través de la música, la transformación y desmovilización del grupo de rebeldes.

El desarrollo de la historia se encuentra matizado –entre otros– por dos elementos centrales: el trabajo con el lenguaje y algunas alteraciones temporales. Estos le permiten a Libardo Vargas –como lo afirma Augusto Escobar Mesa, en su texto Literatura y violencia en la línea de fuego– rebasar la reflexión adherida a la realidad histórica, ligada a los hechos cruentos y sugerir un nivel de reelaboración y ficcionalización de un tema derivado de las tensiones de una época.

El trabajo con el lenguaje es apreciable desde las primeras líneas del cuento. En el siguiente fragmento, el escritor pone de manifiesto que la exageración y la designación de la realidad por medio de otra, configuran una prosa alejada de lo trivial, la cual posibilita una descripción de los rasgos más destacados del personaje principal y de un hecho propio de la vida insurgente: vigilar.

“Tenia menos de quince años y los ojos bien abiertos, capaces tal vez de reconocer entre la noche tupida los gestos de un rostro agónico o el circulo que dibujaba un insecto. También sus oídos tenían gran agudeza, lograban percibir desde los leves forcejeos de las crisálidas por alcanzar su libertad, hasta el crujido de pequeños tallos aplastados por pasos sigilosos. Ahora avanzaba con su marcha gatuna retando por entre árboles, concentrado en el próximo paso para evitar las especulaciones de la imaginación” [68].

Asimismo, las siguientes líneas corroboran lo anterior: la presencia de la metáfora como recurso principal para narrar y describir determinados hechos susceptibles de ser abordados con la simplicidad que ofrece el lenguaje.

“Era su primer encuentro con la incertidumbre. Todos viajaban arañándole el silencio y la oscuridad. Nadie se había quedado resguardando las provisiones. Marcha de cuatro horas por entre los pliegues de la noche. Único objetivo, apagar las luches que titilan a la distancia, tomarse las calles desoladas del pueblo y arrancar de raíz las paredes del puesto de policía” [71].

El empleo reiterado de imágenes –el cual se aprecia a lo largo de la narración–, develan un intento por despojar al lenguaje de su sencillez y ofrecerle al lector una intención ficcionalizante, alejada de cualquier pretensión objetivista.

En cuanto a las alteraciones temporales, se pueden apreciar breves quiebres con la linealidad. Por ejemplo, cuando el escritor apela a algunos verbos en pasado advierten este tipo de rupturas:

“No lo había dudado cuando se decidió su partida, no hubo despedida, simplemente ir tras ellos sin observar los labios apretados de la madre y la pupila dilatada del viejo que prefirió recorrer con la mirada las copas de los árboles vecinos. No había escogencia y sus hermanos menores reían con una timidez entremezclada de orgullo. Nos lo llevamos, ya puede ser útil, fue lo único que dijeron y todos sabían que era una orden que no podía ser discutida” [69-70].

Estas alteraciones le permiten a Libardo Vargas separar el tiempo de la historia con el tiempo del relato, es decir subvertir la sucesión lógica de los eventos y controvertir la lectura lineal. Por esto, la transformación operada en un individuo, quien a su vez representa un colectivo, se ve signada por unos eventos que la anteceden, los cuales están diseminados en algunas partes de la narración, obligando así al lector a realizar una organización del material. De esta manera, hay una ruptura con las estructuras secuenciales que definieron ciertas obras que trataban la violencia y, con ello, un nivel de reelaboración de un hecho particular inscrito en un momento histórico agudo.

Los elementos anteriores le otorgan cierta valía a la propuesta estética sugerida en “Más allá del infierno”; fundamentalmente, porque Libardo Vargas revitaliza un tema abordado desde la mimesis y lo recrea a partir ciertos recursos literarios.


Gabriel Bermúdez

Ficha del Libro: Vargas Libardo. Mas allá del infierno. Bogotá: Pijao Editores, 2004

sábado, 7 de febrero de 2009

HAY “UN EDITOR PIRATA” SUELTO EN BOGOTÁ

De Roberto Rubiano Vargas, "Un editor pirata" hace parte de los cuentos más inquietantes, consignados en la antología Un beso frío y otros cuentos bogotanos proyecto gestionado por el Instituto Distrital de Cultura y Turismo y la Secretaria de Educación de Bogotá D.C. En esta producción hacen presencia Evelio José Rosero, Luis Fayad, Santiago Gamboa y otros escritores de la capital.

El cuento antes mencionado trasciende a los demás tanto en la temática manejada como en su desenvolvimiento narrativo. Al situar la denominada “piratería” en el marco de la trama, Rubiano Vargas propone algunas reflexiones interesantes sobre este fenómeno económico informal y su papel en la difusión del arte. Para ello, presenta la azarosa vida de Jefferson Buitrago, un individuo que desea publicar su obra –obviamente en los talleres de impresión pirata– y que estando al filo de cumplir su objetivo, no logra hacerlo, pues una incautación de la policía no lo permite.

Trasversal a esta historia, surge la imagen de José María Larsen Gutiérrez, el editor pirata. Es él, quien día a día desflora la originalidad de las obras de arte con su trabajo. Sus victimas mas apetecidas son García Márquez, Sábato, Cortázar entre otros grandes de la literatura latinoamericana –téngase en cuenta además, la fructífera senda del Boom y su prolífico accionar en las editoriales.

Con Larsen Gutiérrez, se configura un discurso revolucionario, que da la oportunidad a este cuento de ser verdaderamente inquietante. Este, no va relacionado con algún proyecto insurrecto (aunque en la historia tiene cabida el M -19, no adquiere relación directa) Más bien, Rubiano Vargas sitúa la posibilidad de cambiar el estado de cosas desde la cultura y el arte, hasta lograr el declive del modelo capitalista: el narrador entiende que una de las dinámicas imprescindibles para la consecución de sus objetivos es el fortalecimiento de la llamada economía subterránea, pese a que a la vista de la sociedad, el editor pirata pudiera ser verdugo del crecimiento económico nacional. Larsen es el encargado de subvertir ese orden burgués establecido, que vela por la autenticidad, proponiendo un mejor sistema de producción acorde a la capacidad monetaria del desfavorecido, este es, el pueblo:

– “Es una forma de vulgarizar la cultura –continuó Larsen Gutiérrez– de llenar el mundo de falsificaciones. Es un hecho ideológico, estético, incluso…la única posibilidad para la literatura es que desaparezcan los egos. Que se rompa la larga cadena de la literatura donde la plata se queda con los Carmen Balcells y los Carlos Barral.”



Por lo general, el editor pirata tendrá como fiel acompañante a su gran vendedor. En la historia, es Angarita el encargado de establecer contactos en la venta de los ejemplares. Este hombre trae consigo un imaginario instrumental de la literatura, incompatible con los pensamientos de Jefferson y del mismo Larsen:

– “Verá joven –respondió Angarita bebiendo de un sorbo su aguardiente– Mi negocio no es promover la literatura sino embutirle libros a los pelados. Yo voy, me parto con el profesor una comisión y ya”.

“Un editor pirata” demuestra de manera ficcional realidades que por más que se pretendan estigmatizar y acallar, siguen vigentes. Es de abonarle a Rubiano Vargas, el dedicar unas líneas bien elaboradas a un flagelo, fenómeno, o si se quiere, medio, muy común en las sociedades de consumo, que irónicamente puede ser nocivo en su caso particular como artista: no olvidemos que él también es escritor, y es susceptible de ser “pirateado”.

Juan Carrillo A
juanelcaibg@gmail.com

FICHA BIBLIOGRAFICA:

RUBIANO VARGAS, Roberto. “Un editor pirata”. En: Un beso frio y otros cuentos bogotanos. Programa Libro al Viento Trasmilenio. Alcaldía Mayor de Bogotá. 2004

miércoles, 4 de febrero de 2009

CRÍTICA LITERARIA COLOMBIANA: ENTRE LA NECEDAD Y LOS INTERESES CREADOS

Mientras revisaba unos vetustos documentos apareció, cual ofrecimiento, una raída revista que pertenecía al Magazín Dominical del periódico El Espectador. Del columnista- soy sincero- no tenía dato alguno. Pero al ir avanzando por aquellas líneas noté que el tema de su ensayo versaba acerca del papel que han desempeñado y desempeñan los llamados críticos literarios en nuestro país.

Carlos Sánchez Lozano, ensayista, colaborador de varios periódicos y docente universitario, es el responsable de dicha publicación. Escrito que desde su primer índice- el título- puede caracterizar lo que muchos comparten frente a la manera en que se aborda la producción literaria en Colombia: Entre la necedad y los intereses creados.

Según el columnista, la necedad alude al estrecho horizonte de la llamada crítica erudita en cuanto esta realiza una lectura de la obra sin tener en cuenta la tradición histórica, los contextos de aparición, y los enfoques teórico-metodológicos que marcaron época, frente al auge de teorías que representan un arribismo académico y un apego a las modas.

En cuanto a los intereses creados, dicho ensayo guarda relación intertextual con un reciente texto publicado por el profesor Leonardo Monroy en éste mismo medio de divulgación. Me refiero a aquel titulado Jaramillo Zuluaga: crítico Literario. Pues en algunas líneas, el profesor Monroy destaca el valioso aporte del fenecido maestro, el poco espacio y capacidad de trascendencia de la crítica literaria en el país, y algo que comulga con el texto de Sánchez Lozano en cuanto que la crítica en Colombia ha estado imbuida de el elogio gratuito, el sentido común y las lecturas que se abordan desde la emoción más que desde el rigor académico, la neutralidad y la sistematicidad que dicho ejercicio exige.

Pero retomemos el texto de Lozano para desglosar a grandes rasgos su macroestructura textual y algunos de sus planteamientos que transitan entre dicha necedad e intereses creados. Repito que de este autor no tenía conocimiento alguno.

El contexto de aparición del texto data de 1999, pero parece que la situación que describe el autor no hubiese variado. ¿O acaso es fiel reflejo del letargo y la esterilidad mental que poco a poco van promoviendo los medios masivos de comunicación para castrar la posibilidad de reflexión y crítica desde cualquier ángulo? Pareciera que sí en la medida que los autores que Carlos Sánchez cita en su texto continúan – con merecimiento o no- dando de qué hablar en el ámbito literario nacional.

Sin más preámbulo destaco los siguientes aspectos inmersos en la silueta textual del mencionado ensayo: seis tópicos trata el ensayista, los cuales transitan a partir de una introducción donde plantea el problema a tratar, subrayando que no pretende definir qué es la crítica literaria en Colombia, ni quiénes la ejercen, sino demostrar mediante argumentos por ejemplificación y autoridad, los aciertos y desatinos que ésta produce.

En segundo lugar- y es motivo de valoración afirmativa de mi parte- el columnista me remite a los polémicos libelos de Vargas Vila y a los pulcros conceptos de Gutiérrez Girardot, guardando eso sí las proporciones del caso, en la medida que Sánchez Lozano critica hechos verificables que el paso del tiempo se ha encargado de aprobar.
Ahora, en cuanto a los desatinos, éstos empiezan cuando se sugiere el papel culturalmente nefasto que ha desempeñado Gabriel García Márquez en los últimos años para la literatura nacional. Lozano le tilda de “star mediático”, lobbysta político y objeta el hecho de que la crítica le siga considerando un gurú.

Pero por encima de esto, pone el dedo en la llaga frente al papel desempeñado por los grupos editoriales y los medios de comunicación, quienes subyugan la calidad literaria al marketing. El autor nos presenta también algunas de las características de la crítica literaria como son: el caer en lugares comunes, las etiquetas maquilladas, la irregularidad, el bucolismo y el “si me lees te leo”.

En cuarto lugar, no escapa de sus reflexiones el papel que desempeñan los docentes de literatura de las Universidades, quienes según él, se dejan influenciar por el auge de teorías posmodernas en lugar de ahondar en el estudio de los críticos literarios tradicionales como Gutiérrez Girardot, Ángel Rama, Alfonso Reyes, por citar algunos. Lo anterior conduce a un analfabetismo literario, e inercia productiva en los estudiantes que están bajo la orientación de los docentes.

Tras lo anterior, considero pertinente valorar en las aulas de clase o los contextos académicos de discusión- alejados al máximo de prejuicios, parcialidades y retribuciones a favores- estos textos que sobreviven a la inmediatez, espectacularidad y la fugacidad presentes en la red virtual, que sirven como complemento a las lecturas que el mismo Sánchez Lozano recomienda o desdeña en su escrito. Dichas prácticas pueden contribuir a superar esos estrechos márgenes que en ocasiones se tienen a la hora de someter a consideración la producción literaria, ya sea con fines personales o académicos. Asimismo, el análisis de textos contestatarios, anti-institucionales por así llamarlos, puede ayudar a reconsiderar nuestros esquemas de interpretación y valoración a la hora de proponer un canon literario que no niegue la tradición pero que tampoco la sobrevalore de acuerdo con las modas o la imposición de lo que opinan los demás.

A modo de cierre, Sánchez Lozano deja abiertos los siguientes interrogantes: ¿Por qué se sigue, descaradamente, valorando al nadaísmo como una vanguardia en Colombia, cuando es un mero happening consecuente con el frente Nacional de Lleras Camargo y Laureano Gómez? ¿Quién le aclarará a la señora Carranza, de una vez por todas, que la poesía no tiene que ver con la lagartería?

Apreciados lectores: algunos compartirán dichas aseveraciones; otros pondrán el grito en el cielo; pero de eso se trata, por ahí se puede empezar para ampliar un poco más nuestros marcos de interpretación del fenómeno literario y la realidad social del país. Marcos que se alejen de las lecturas impresionistas, aberrantes, y que destierren de las aulas de formación o las charlas entre tinto y cigarrillo, expresiones como: “A mí me gustó esa obra porque la carátula es muy chévere… Ese escritor está de moda… o, en x librería están ofreciendo dos libros por el precio de uno…”

Alejandro Cardozo

Ficha del libro: Carlos Sánchez Lozano, Entre la necedad y los intereses creados, En: Puntos de fuga, MAGAZIN DOMINICAL, El Espectador, Bogotá, 2 de Mayo de 1999.

domingo, 1 de febrero de 2009

¿EL SÍNDROME DE LA NOVELA COLOMBIANA CONTEMPORÁNEA?

De la lectura de la novela El síndrome de Ulises de Santiago Gamboa, se pueden realizar varias conjeturas sobre los caminos que ha tomado parte de la narrativa colombiana contemporánea. El autor es tal vez uno de los novelistas de mayor impacto a nivel nacional en nuestros tiempos, y junto con Jorge Franco y Mario Mendoza, comparte no sólo algunos rasgos estéticos, sino también una suerte en términos publicitarios y comerciales. Los rasgos de esta novelística de nuevos escritores colombianos, podría sintetizarse de la siguiente manera:

1. El énfasis de la narración está en los eventos, en las anécdotas que se cuentan, más que en las reflexiones realizadas por los personajes o los narradores, o en las descripciones exhaustivas. La velocidad en el cambio de las acciones hace que el lector recorra frenéticamente el libro, muchas veces en desmedro de la profundización en los conflictos de los personajes y de la reflexión sobre la condición humana. En el caso de El síndrome de Ulises, Esteban, el personaje principal, vive las realidades de varias de las zonas marginales de París y su existencia como inmigrante colombiano está llena de aventuras – sexuales, policíacas, laborales – sobre las que no hay una profundización. El detonante de su nomadismo es el teléfono de su casa: cada vez que se está agotando la narración, una llamada lo envía a otra aventura.

Hacer énfasis en la narración de los eventos permite que estas obras sean fácilmente adaptables al cine: Perder es cuestión de método de Santiago Gamboa, Satanás de Mario Mendoza, Rosario Tijeras de Jorge Franco, son tres ejemplos. ¿Son novelas hechas con la intención expresa de poder ubicarlas en dos mercados (el de la literatura y el del cine? ¿Pesa más en ellas una intención comercial que un espíritu estético?

2. Es reiterativa la narración del sexo y la violencia desmesurada, con poca reelaboración crítica. Los dos temas se exponen casi descarnadamente y no se acude a ellos para realizar una exploración del ser humano, como lo hicieron por ejemplo Henry Miller o Gabriel García Márquez. Ambos temas son, para la novelística contemporánea, más estrategias de seducción al lector, que motivos de acercamiento desde diferentes perspectivas. Una parte considerable de El síndrome de Ulises se dedica a narrar los coitos y las orgías en las que participa Esteban con inmigrantes de diferentes países radicadas en París, en medio de un lenguaje coloquial y de las relaciones fugaces. La narración del sexo se repite en Rosario Tijeras e incluso en Perder es cuestión de método; las carátulas de algunas novelas sugieren un contenido sexual escueto (en El síndrome de Ulises una mujer desnuda de espaldas al foco y a punto de entrar en una bañera; Efraín Medina en ligueros en La sexualidad de la pantera rosa), e incluso los títulos tienen un componente sexual abierto (Técnicas de masturbación entre Batman y Robin de Efraím Medina)

Se acude también a la violencia como generadora de sensaciones extremas: Néstor, uno de los personajes de El Síndrome de Ulises asesina a los golpes al agresor de su pareja; Perder es cuestión de método anuncia su sesgo cuando en las escenas iniciales presenta un empalado, un crimen por resolver; en Rosario Tijeras la violencia de las comunas y de los narcotraficantes se superpone a los conflictos de los individuos; Satanás basa su experiencia narrativa en un hecho sórdido de la historia bogotana. El sexo y la violencia con poca reelaboración, cautivan a los lectores, presas de su deseo por vivir experiencias límites a través de la lectura.

3. Los géneros preferidos por algunos de estos escritores son la novela policíaca o la novela negra. El primer concepto “conlleva la connotación de asesinato limpio, de investigación lógico – racional y de comportamiento bien educado de los personajes; el segundo, la de violencia innecesaria, de un ambiente sórdido y de ciudades caóticas” (Poppel, Hubert. La novela policíaca en Colombia. Medellín: Universidad de Antioquia, 2001, p.4) En El síndrome de Ulises entre otras cosas se narra la desaparición de un colombiano en Paris y la preocupación de Esteban, quien llega por azar a la investigación, pero que nunca puede resolver el enigma de dicha desaparición. Perder es cuestión de método indaga los pormenores de un asesinato en el que está implicada la corrupción de la clase política colombiana; por la sordidez y truculencia, Satanás y Rosario Tijeras podrían ser ubicadas dentro del género negro; en Paraíso Travel de Jorge Franco se halla la búsqueda de un colombiano inmigrante en los Estados Unidos que pierde a su amada en los laberintos de ese país desconocido; Los impostores de Santiago Gamboa, conserva una estructura policial en tanto sus tres personajes principales buscan – casualmente – un manuscrito.

4. Aparte del sexo y la violencia, los temas abordados son necesariamente contemporáneos. El síndrome de Ulises narra las vicisitudes de un colombiano, estudiante de literatura en Paris, quien debe emplearse en los trabajos más sucios para poder sobrevivir en una pobre “chambrita”. Esta situación del inmigrante venido a menos y que descubre el horror de estar huérfano de su propia patria, se explicita en Vida Feliz de un jóven llamado Esteban de Santiago Gamboa, y Paraíso travel, que escenifica sus acciones en los Estados Unidos. La corrupción política de nuestros tiempos es presentada en Perder es cuestión de método; el narcotráfico, las relaciones fugaces e incluso el pintoresquismo caricaturesco del colombiano, son también temas reiterativos en esta narrativa.

5. No existen grandes experimentaciones en la escritura. Varias de estas obras utilizan un narrador en primera persona, lo que permite que el lenguaje sea mas coloquial y en ocasiones vulgar. En la mayoría de los casos el tiempo del relato es lineal, lo que implica pocos retos para que el lector organice la historia; en algunas ocasiones se recurre a personajes esteriotipados y a diálogos que caen en los lugares comunes.

Estos cinco puntos hacen parte de la reflexión sobre el síndrome de parte de la novela colombiana contemporánea, desde la lectura de El síndrome de Ulises. Es una novelística atractiva al lector común pero que no convence del todo a parte de la academia que, desde diversos criterios – exploración de la condición humana, experimentalismo técnico, originalidad, autonomía del arte – descalifica estas obras. De todas maneras, es un fenómeno que debe ser abordado por todos aquellos a quienes interesa la reflexión sobre nuestra tradición literaria.

Leonardo Monroy Zuluaga